
Es un tratamiento en el cual se accede a la zona donde
está la raíz del diente; se extirpa
quirúrgicamente por vía transmaxilar el foco de
la infección o quiste, removiendo
el ápice infectado y los tejidos que le rodean, se obtura y sella.
Está indicada en los casos en que la infección no cura tras
una endodoncia o re endodoncia, para intentar salvar el diente. Esto se puede
deber a varios factores como:
- Problemas anatómicos: En casos de conductos radiculares muy curvados, a los que es imposible acceder para limpiar y obturar correctamente
- Accidentes endodóntico: Por ruptura de instrumentos durante el procedimiento de la endodoncia
- Materiales en el conducto radicular: Cuando tras la endodoncia quedan restos de algún poste o material de obturación
- Casos sintomáticos: Si tras la endodoncia, el paciente continúa presentando dolor
- Fractura apical horizontal: Cuando el extremo apical de la raíz se necrosa, haciendo imposible el tratamiento endodóntico
Siempre se debe realizar un estudio radiológico completo
antes de realizar el procedimiento, para valorar y no correr riesgos. Es un
procedimiento que obligatoriamente requiere de anestesia.
El porcentaje de éxito es muy alto, pero depende de varios
factores como la técnica quirúrgica, el material de obturación y el sellado.
Esta contraindica en los siguientes casos:
- Problemas anatómicos: Imposibilidad de acceder a la zona del ápice del diente debido a su posición, muy próximo al seno maxilar o fosa nasal, o configuración inusual del hueso, raíz muy corta o patología periodontal grave
- Complicaciones médicas: Pacientes con patologías graves, alteraciones hematológicas, cardiopatías, diabetes incontrolada, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario